Rebbeca la Novia de Cana

Sucedió esto antes que lo hubiera conocido el pueblo. Estaba en el jardín de mi madre, cuidando las flores, cuando Jesús se detuvo frente a nuestro portal y dijo: -Tengo sed. ¿Quieres, muchacha, darme de beber de tu pozo? Corrí adentro y luego de haber llenado de agua una copa de plata, vertí en ella unas gotas del ánfora de esencia de jazmín. Aplacó su sed y vi que estaba satisfecho. Luego me miró a los ojos y dijo: -Vengan a ti mis bendiciones. Cuando dijo eso sentí la sensación de un viento llegar de las alturas y vibrar todo mi cuerpo. Perdí mi timidez, cobré ánimo y le dije: -Soy ¡oh, mi Señor!, la prometida de un joven de Caná, de Galilea. En el cuarto día de la semana entrante me desposaré con él. ¿Quieres asistir a mi boda y de esa manera bendecir con tu presencia mi matrimonio? A lo que me contestó: -Sí, hija mía, asistiré. No olvidaré nunca esas palabras: "¡hija mía!" Era él joven y yo frisaba los veinte años. Luego siguió su camino; en tanto yo permanecía en el p...