Las Grandes Leyes Mentales 5 (Emmet Fox)



5 – Los dos factores

Todo pensamiento está compuesto por dos factores: el conocimiento y el sentimiento. Un pensamiento está integrado por una porción del conocimiento con una carga de sentimiento, y es sólo el sentimiento el que da poder al pensamiento. Por importante o magnífico que sea el contenido del conocimiento, si no está vinculado al sentimiento no pasará nada. Por otra parte, por poco importante o insignificante que sea el contenido del conocimiento, si hay una gran carga de sentimiento algo pasará.
En la naturaleza, el pájaro simboliza esta ley natural. Un pájaro tiene dos alas, ni más ni menos, y las dos deben funcionar para que se pueda volar.
No importa que el contenido de conocimiento sea correcto o incorrecto, mientras uno crea que es correcto. Recuerde que lo que importa es lo que creemos de verdad. Un informe sobre algo puede ser muy inexacto , pero si usted lo cree, tiene el mismo efecto sobre usted que si fuera cierto, y ese efecto, una vez más, dependerá de la cantidad de sentimiento que contenga.
Cuando comprendemos esta Ley, advertimos la importancia de aceptar sólo la Verdad concerniente a la vida en toda fase de nuestra experiencia. No hay duda de que por eso Jesucristo dijo: “Conoced la Verdad y ella os hará libres”. Ahora comprendemos por qué los sentimientos negativos ( el miedo, la crítica, etc) son tan destructivos y por qué una sensación de paz y de buena voluntad constituye un enorme poder de curación.

Un Cuento El Amor más grande del mundo




Cierta vez, un joven esposo esperaba impaciente el nacimiento de su primer hijo, aunque él deseaba un niño, nació una preciosa niña. Al poco rato de haber nacido su hija, fue a verla, ésta lucía radiante, gordita y dormilona. Le pusieron el nombre de MARIA JOSE. Aunque el papá al principio sufrió una desilusión porque quería tener un niño, a los pocos meses de convivir con su hijita, él se dejó cautivar por la sonrisa de María José, y por la forma de su mirada fija y penetrante, fue entonces cuando él empezó a amarla con locura. ¡Sí!, en verdad, su carita, su sonrisa, su mirada, no se apartaban ni un instante del pensamiento del papá, todo se lo quería comprar, hacía planes para ella y todo sería para su María José. El papá contaba a sus amigos este relato muy a menudo y sus amigos también sentían afecto por la niña, ya que según decía él mismo, su hija era la razón más grande de vivir. Una tarde en reunión con sus amigos en un picnic a la orilla de una laguna cerca de la casa, la niña empieza una conversación con su papá, todos escuchaban lo que conversaban, que más o menos se desarrolló así: - Papi,… cuando cumpla quince años, ¿cuál será mi regalo? - Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos ¿no te parece que falta mucho para esa fecha? - Bueno Papi, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí. La conversación se extendía y todos participaban de ella, al caer el sol todos regresaron a sus hogares. Una mañana frente al colegio en donde estudiaba María José, quien ahora ya tenía 14 años, el papá se encontró con un amigo, el papá de María José estaba muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro, con gran orgullo mostraba el registro de calificaciones de María José, eran notas impresionantes, ninguna bajaba de veinte puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores. María José ocupaba un lugar muy importante en la mente y en el corazón de toda la familia, especialmente en la de su papá. Fue un domingo muy temprano cuando se dirigían a la iglesia, todos la vieron con sus padres cuando María José tropezó con algo, eso creían todos, y dio un traspié, su papá la agarra de inmediato para que no cayera. Ya instalados en los asientos de la iglesia, todos vieron como María José fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. La mamá la tomó en brazos mientras el papá buscaba un taxi para llevarla al Hospital. Allí permaneció por 10 días y fue entonces cuando le informaron que la niña padecía de una gran enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debían practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme. Los días transcurrieron y el papá tubo que renunciar al trabajo para dedicarse al cuidado de María José, la mamá quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él. Una mañana cuando el papá se encontraba junto a su hija, ella le pregunta: - Voy a morir ¿no es cierto? - No mi campanita, no vas a morir, Dios es tan grande que no permitiría que pierda lo que más he amado en el mundo,… respondió el papá. - Y cuando uno muere ¿van a algún lugar?, ¿Pueden ver desde lo alto a las personas? O ¿sabes si pueden volver? - Bueno hijita, en verdad nadie ha regresado de allá a contar sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola, buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia, si pudiera utilizaría el viento para venir a verte. - ¿Al viento?, Y ¿cómo harías eso? - No tengo la menor idea hijita, pero si algún día muero, me gustaría hacerte sentir que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa bese tus mejillas. Ese mismo día por la tarde, le avisaron al padre de la niña que el asunto era grave, su hijita estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino unos 15 días. ¡Un corazón!, ¿Dónde encuentro un corazón?, Acaso lo venden en la farmacia, ¡un corazón! ¿Dónde?. Ese mismo día, María José cumpliría 15 años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estaba operada, todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡EXITO TOTAL!. Sin embargo, el papá de María José no había regresado al Hospital y María José lo extrañaba muchísimo, su mamá le decía que ya todo estaba bien. María José permaneció 15 días más en el Hospital hasta que su corazón estuviera fuerte y luego la llevaron a la casa. Al llegar todos se sentaron en un enorme sofá, y su mamá con los ojos llenos de lágrimas, le entregó una carta de su papá, que decía así: María José, mi gran amor: Al momento de leer mi carta, debes tener 15 años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron, no puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no poder estar a tu lado en este instante. Cuándo supe que ibas a morir, sentí que yo también moriría contigo y me preguntaba ¿Qué podía hacer?, después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de hacer algo por ti, era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías 10 añitos y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho: Te regalo toda mi vida, sin condición alguna, para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante es que quieras vivir. ¡Vive Hija!. Te amo y también quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado porque eres lo más hermoso que Dios me ha dado. María José lloró todo el día y toda la noche, al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie lo había hecho y susurró: - Papi, ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo pude decir. Ahora comprendo la importancia de decir TE AMO, y te pido perdón por haber guardado silencio. En ese instante las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron algunas flores, María José sintió que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas, alzó su mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón: EL AMOR MÁS GRANDE DEL MUNDO.

¡A los Papás les deseamos un Feliz Día , Ojalá todos tengan o sientan un corazón como el del cuento!

¡A Todos una semana en las que iluminen su vida de Paz, Amor y Sabiduría!

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